jueves, 25 de febrero de 2010

OPINION- UN MUNDO DESBOCADO Anthony Giddens

Hoy en día, nos parece normal hablar de la globalización como un hecho real y que vemos en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, pero no podemos olvidar que no siempre ha sido así: hace no muchos años las empresas locales eran las encargadas de suplir la demanda interna, las costumbres y valores no eran los que nos imponía la sociedad de consumo sino las que nos transmitía cada familia, la tecnología no era una forma de colonización mas una forma de supervivencia y el medio ambiente no sufría las consecuencias de una explotación indiscriminada por parte de compañías que buscan sólo el fortalecimiento económico propio y el de sus accionistas.

Es claro que no podemos negar que esta situación ha cambiado: para los que dicen que la globalización es un mito, que la economía no ha cambiado, les podemos responder que no es solo la economía la que cambia a velocidades exorbitantes, es toda la sociedad y sus fundamentos culturales los que se someten todo el tiempo a cuestionamiento gracias a la tecnología y a los medios de comunicación. Y esto se evidencia en los productos que compramos, en la música que escuchamos, la televisión que vemos, la forma de vestirnos e incluso nuestra actitud hacia el mundo cambia por medio de la globalización.

Que este proceso sea positivo o no depende del punto de vista de cada uno, lo que no podemos negar es que la globalización es un hecho en sí, cuyas consecuencias dependen del hombre, de su aplicación de la tecnología, de su forma de aprovechar las oportunidades o de abusar de ellas, es decir, somos nosotros los causantes de la globalización y en la medida en que solo nos interesen los beneficios económicos, mas se evidenciaran los efectos negativos de esta.

Por otra parte, si el hombre aprende a predecir y gestionar el impacto de sus decisiones, la globalización puede tener consecuencias muy positivas en sectores como el de la prevención de enfermedades, la búsqueda de nuevas tecnologías puede facilitar la vida humana, se pueden encontrar formas de sustituir los recursos no renovables del planeta y un sinfín de posibilidades en pro del planeta.

En conclusión, la globalización está presente en cada aspecto de nuestras vidas, es un proceso sin marcha atrás; lo único que podemos cambiar es la forma como la aplicamos y hasta qué punto consideramos el posible impacto que esto traerá, no sólo para nosotros sino para el mundo entero, ya que, así como compartimos las consecuencias directas de las decisiones que se toman, también debemos compartir los efectos secundarios de lo que sucede en todo el mundo.


Diana Rivas Lozano

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